domingo, 29 de diciembre de 2019

Esa tal secuencia

Quedas idiotizado. No te podes mover, solo sonreís como un estúpido, miras de nuevo y ahí están, esos ojos, que como los de un gato cuando te piden que los acaricies, te dejan completamente esclavizado.

 Pero te es imposible, hay algo en tus receptores neuronales que se bloqueó. Yo supongo que la mente juega de esa manera para que no te concentres en nada más. Eso que viste y que te dejó completamente extasiado pero al mismo tiempo con la sensación de vacío (necesidad), de querer cada vez más y más.

 Esa manija que a uno lo carcome por dentro y hace que no puedas ni siquiera manejar tus movimientos, tus palabras ni tampoco tus pensamientos.

Toda esta previa de sensaciones que te acondicionan para el momento culminante dónde se produce el contacto. Ese primer roce dónde tu corazón se acelera hasta reventar cuando sentís la caricia de su mano pasando por tu cuello. 

Ese momento tan perfectamente pensado para que uno estalle en serotonina y dopamina a tal punto que se note hasta en los ojos las pequeñas moléculas brotar.

El choque sutil de tus labios con los suyos y ese pequeño sabor dulce que le quedó en la boca por el chupetín que segundos atrás sacó de su boca para poder atacarte de una manera muy sensual.

Cuando te despegas sentís ese perfecto olor a tabaco desprenderse de su nariz que resopla delicadamente. De la nada desaparece como humo, sus amigas la llamaban y ella sale corriendo perdiendose entre la jungla de cadaveres vivientes.

Caes nuevamente a la realidad y empezás a escuchar a toda la gente bailando, gritando desaforadamente cuál simio civilizado que tuvo su noche libre para volver a sus instintos más primitivos. Ojos como búhos, lentes que intentan esconderlos, caras que son imposibles de disimular. 

Ahora que lo pienso, yo también soy uno de esos y me comí una re secuencia...

No hay comentarios:

Publicar un comentario